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10 ene 2011

María imaginaria

La verdad es que siente por María un amor sin mácula. Anhela verla feliz. Anhela su sonrisa. Su compañía. Esto que siente no es ya tan sólo ese amor con tripas de deseo carnal. No es ese amor tan óseo, recubierto de carne y arterias. Sino más bien un amor abismado de intimidad, fundado en una sólida fusión del ánimo, en una sociedad secreta de dos, en una historia propia de hechos y de comprensión. Sólo hay una maleta para los dos, y sólo un viaje posible. Esa clase de amor. Cuando la voluntad de querer constituye un lazo inextricable. Incluso al discutir, practican un acto de amor, sin competiciones. María, nombre meditabundo y ascendente de viento. María se instala en su lengua, y entonces es capaz de hablar como un diluvio.

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