Buscar

31 dic 2010

A empezar otra vez

Como ya sabemos todos, se termina el año, que sí. Y empieza otra vez, un nuevo año. Y como todos sabemos es mucho mejor terminarlo que no terminarlo.

La cuestión es que ya somos 7000 millones de seres humanos sobre la faz de la tierra. Se calcula que nacen unos 2.6 bebés por segundo. Y que el 82% de la población terrestre pisa el suelo en país cero-desarrollados o en vías de desarrollo. Malthus ya dijo que la población tiende a crecer más rápido que los recursos disponibles, esto es tanto más así, cuando se trata de países poco o nada desarrollados. ¿Qué remedio hay para esto? Creo que a estas alturas hay muy pocos, y más importante aún, es que nos da exactamente igual que los haya o no, porque no los aplicaríamos. Es una cuestión de muros.

Actualmente cientos de millones de personas están ya por debajo de cualquier umbral descriptible de pobreza. En el año 2050 la población será de, al menos, 9000 millones de personas. Y los infinitamente pobres serán ya, miles de millones. Personas que no han hecho nada para ser tan pobres, simplemente no han tenido ni la más mínima oportunidad por cuestión de nacimiento. ¿Por qué es entonces una cuestión de muros? Todo hace pensar que llegará un momento en que el desequilibrio entre recursos y población sea tan extremo y obsceno que esos miles de millones de seres humanos extremedamente pobres actuarán con violencia y desesperación para atajar el problema. Y ahí se comprobará la fortaleza de los muros del mundo desarrollado. Quizás alguien del "primer mundo" solucione el problema "barriendo la casa", es decir, apretando algunos botones. ¿Qué sabemos?

29 dic 2010

Sallinger, Los Goonies, y el café del ministro

Este año 2010 se termina. Gracias Señor. Te alabamos, Señor. Y nos ha dejado en el zurrón, la muerte de J.D. Sallinger. El celebérrimo autor de "El guardián entre el centeno". Como indicaban los cánones (antes, ahora ya no) me leí esa obra en mi ridícula adolescencia (ahí, en el medio). Me causó una gran impresión, y simplemente me lo pasé muy bien leyéndola (o devorándola). Me entusiasmó. La leí sin apenas hacer una pausa. ¿Quién no quería, a mi edad y en aquel momento, ser como aquel protagonista?

Con los años, la novela quedó en el cajón de mis recuerdos memorables, que es un cajón muy recio y nada metafórico. Hasta hace unos años en que comencé a leerla de nuevo y...me detuve. Por miedo. No quería defraudar aquello que en mi pasado figuraba como una tal experiencia memorable. Sin embargo, he leído ya con mis "treinta y tantos" los "Nueve cuentos" del mismo autor, y la fascinación ha vuelto. Sin conocer toda la literatura cuentista de nuestra historia humana, como cualquiera de vosotros, me atrevería a decir que son algunos de los mejores cuentos, casi todos ellos, que haya leído en mi vida. Es difícil encontrar parangón alguno. Sencillamente son sublimes. Limpios, metódicos, didácticos, atrayentes, seductores, sinuosos, demoledores.

Salvando las distancias, qué no decir, para creo que bastantes seres humanos de mi generación, sobre la película "Los Goonies" (al hilo de lo dicho sobre el paso del tiempo y la novela de Sallinger). Grabada a fuego en el cerebro y en las venas. Eran otros tiempos, ya lo creo. Lo que me dio lástima fue verla transcurridos años. Lo bastante mal que ha envejecido la película (siempre entrañable) y lo peor aún que he envejecido yo.

Y como cierre, la frase, de una malicia obstinada y desfachatez profundas, del actual ministro de industria, Miguel Sebastián. Desde luego es de un político de "bajura". Frase en la que, sobre la subida de nuestro recibo eléctrico (9.8%), el tipo se larga un suelto: "Es poco más que un café al mes". No me gusta la desfachatez y no me gusta la arrogancia. Me parece un insulto, una infamia, decir algo así en este momento económico y social.